Construir ciudades simbióticas desde la base

La importancia de regenerar el suelo en el diseño urbano

Retornar a la base de la vida: la simbiosis

Las ciudades del futuro deben construirse en simbiosis con la naturaleza. Una ciudad simbiótica está integrada en la naturaleza, ofrece espacio para los recursos naturales y tiene a la biodiversidad como principio rector. En el diseño urbano de las últimas décadas hemos utilizado la naturaleza de forma antropocéntrica para nuestros propios fines físicos y culturales y, en consecuencia, nuestro vínculo simbiótico se ha roto. Esto ha provocado los retos actuales del cambio climático y la pérdida de biodiversidad. El concepto de simbiosis en el diseño urbano puede aportar soluciones a estos problemas. Cuando reconozcamos el valor intrínseco de la naturaleza, entenderemos la Tierra como una comunidad a la que pertenecemos y diseñaremos nuestras ciudades con amor y respeto por la naturaleza. Un paso importante es redescubrir y regenerar el suelo urbano en el diseño urbano.

Las ciudades simbióticas como futuros paisajes urbanos

El concepto de ciudad simbiótica pone de relieve la equidad y la interdependencia de los seres humanos y la naturaleza. Aunque su diseño se basa en el ecocentrismo, en una ciudad simbiótica todos los habitantes —humanos y no humanos— prosperan y se benefician por igual. En una ciudad simbiótica abrazamos cuatro valores de la naturaleza: físico, cultural, futuro e intrínseco.

El valor físico está relacionado con la provisión de recursos como alimentos, agua y espacio. El valor cultural se refiere a los espacios urbanos para actividades culturales como el senderismo, la jardinería y la acampada. El valor futuro se centra en la regeneración y la preservación de la naturaleza para las generaciones venideras. El valor intrínseco significa que damos a la naturaleza la oportunidad de desarrollarse independientemente de las necesidades humanas.

Descubriendo el suelo con las manos en Voedselpark Amsterdam. Photo @ Iris Poels

La ciudad simbiótica: Desarrollando una economía urbana integrada en la naturaleza. Imagen © Henk van Ruitenbeek

La importancia de la regeneración del suelo en el diseño urbano

El suelo urbano es simbiótico por naturaleza y alberga tanto los componentes bióticos como abióticos de las ciudades. En el diseño urbano actual apenas se reconoce el valor futuro e intrínseco del suelo. El valor físico del suelo es predominante, ya que proporciona espacio al entorno construido y a las infraestructuras, y los valores culturales son visibles en los parques y jardines destinados a las actividades de ocio. La ignorancia del valor futuro e intrínseco del suelo ha conducido a la destrucción de su calidad junto con su cantidad utilizable, obstaculizando en última instancia su verdadero potencial de servir a diversos ecosistemas.

El ejemplo más común de deterioro del suelo es el uso de hormigón y pavimento en las infraestructuras urbanas. El estrés térmico y las inundaciones son problemas graves en muchas ciudades debido a la elevada presencia de pavimento y a la falta de vegetación urbana. Esto provoca problemas en la retención del agua, así como en los procesos de enraizamiento de los árboles y la destrucción de la vida microbiana y otras formas de vida asociadas al suelo. Para recuperar el suelo ya dañado, garantizar la salud del suelo menos dañado y conservarlo para las generaciones futuras, las prácticas de diseño urbano deben crear espacio para la regeneración del suelo.

La regeneración del suelo se entiende como el proceso de mejora de las cualidades físicas, químicas y biológicas del suelo urbano, que creará nuevos componentes saludables como resultado final. Las prácticas de diseño urbano deben adaptarse para utilizar la menor cantidad posible de superficie de suelo con el fin de dar espacio al suelo y al agua, y deben incluir prácticas urbanas de eliminación de alimentos y residuos, así como de gestión de zonas verdes, todo lo cual contribuye a los procesos de regeneración del suelo. La eliminación planificada de residuos y el compostaje asociado ayudan a evitar los productos químicos y metales tóxicos y, sin duda, mejoran la calidad del suelo.

La agricultura urbana y la gestión de las áreas verdes proporcionan espacio para que florezcan la flora y la fauna, incluidos organismos del suelo como microbios o vertebrados. Por ejemplo, en Ámsterdam, un grupo de entusiastas creó «Food Park Amsterdam». Su plan se basa en que el suelo sea la base de un diseño urbano simbiótico de 60 hectáreas en el Lutkemeerpolder, contribuyendo a su regeneración mediante la plantación de frutas y verduras, evitando fertilizantes y pesticidas artificiales, estimulando la biodiversidad y poniendo en marcha iniciativas como un bosque de alimentos y prácticas agrícolas regenerativas.

A park that aims to contribute to making Amsterdam a symbiotic city.

Hands discovering soil in Voedselpark Amsterdam. Photo @ Iris Poels

Aunque se ha fomentado la participación de ciudadanos, voluntarios, empresarios, ecologistas y urbanistas para crear nuevos lazos dentro de la comunidad, la ejecución del plan del Food Park Amsterdam se enfrenta a muchos retos al no encajar en los planes actuales del ayuntamiento, que pretende construir un centro de distribución en el mismo emplazamiento. Aun así, queda un resquicio de esperanza para la cooperación entre los iniciadores del plan y el ayuntamiento, pues este último ha adoptado la Economía del Dónut de Kate Raworth para operar dentro de los límites sociales y planetarios.

Implicaciones para el diseño urbano

¿Cómo pueden los diseñadores y planificadores urbanos tener en cuenta la regeneración del suelo para configurar el desarrollo espacial? En primer lugar, debemos mejorar nuestros conocimientos académicos y prácticos sobre la importancia del suelo en las zonas urbanas invirtiendo en la información física, química y biológica pertinente. Segundo, hacer hincapié en que cuando la infraestructura azul-verde se apoya en las cualidades y propiedades del sistema suelo-agua, el desarrollo espacial del entorno vital se vuelve sólido y sostenible. Tercero, conseguir que todos los actores —desde ciudadanos y agricultores hasta políticos y empresas— caminen juntos. Cuarto, establecer nuevas estrategias en las que los gobiernos municipales tengan un papel central para apoyar y posibilitar la generación de suelos urbanos. Quinto, tenemos que reconstruir nuestra economía sobre principios de simbiosis, regeneración y ecocentrismo. Por último, tenemos que acelerar los procesos, porque la construcción urbana suele ir mucho más rápido que el reverdecimiento y la regeneración de los suelos que construirán la ciudad simbiótica.

Imagen principal: Voedselpark Amsterdam (Food Park Amsterdam). Foto © Natasha Hulst

https://www.wur.nl/en/Research-Results