Vida compartida en Tokio

Creación de una nueva red para solucionar el aislamiento social

En Tokio existen unos 7,2 millones de hogares, la mitad de los cuales son unipersonales. En los 23 distritos de Tokio, también denominados barrios especiales, reside un número incluso mayor de personas solas. Tokio es una de las ciudades más seguras del mundo y es por ello una urbe singular, ya que es posible ir a comprar solo a una tienda de conveniencia a altas horas de la noche. Esta seguridad permite a muchas personas vivir solas. Sin embargo, vivir solo no implica necesariamente un mayor bienestar. Los estudios unipersonales, pequeñas viviendas de menos de 20 metros cuadrados con baño y cocina, se han convertido en un foco de aislamiento social. El caso extremo es la muerte solitaria o kodokushi. En 2020, más de 4.000 personas de los 23 distritos fallecieron sin que nadie se ocupara de ellas o supiera de su existencia. El número de muertes en soledad es 1,6 veces más elevado que en 2011.

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Share Yaraicho, Tokio, 2012, Satoko Shinohara/Spatial Design Studio + Ayano Uchimura/A studio. Foto © Taro Hirano

Las viviendas pequeñas para unidades familiares con pocos miembros no son un fenómeno moderno. Son una tipología de vivienda urbana con una larga historia. Estrechamente vinculadas al entorno urbano, las viviendas pequeñas han facilitado la vida de sus residentes mediante el uso compartido de un espacio común. La vivienda nagaya del periodo Edo (siglos XVII-XIX) es un buen ejemplo. Se trataba de un tipo de casa en hilera formada por diversas viviendas pequeñas en las que varios hogares compartían aseos, pozos y almacenamiento de basura. Esta forma de vida ofrecía instalaciones comunes y era también un espacio para compartir información y crear una red de apoyo mutuo.

Tras la modernización de la era Meiji a principios del siglo XX y antes de la Segunda Guerra Mundial, existían casas de huéspedes denominadas geshuku. Las geshuku eran viviendas de una sola habitación que, o bien formaban parte de la casa del propietario, o bien eran edificios independientes construidos en el mismo lugar. En una geshuku, los residentes compartían cocina y aseo y se relacionaban con el propietario a través del pago del alquiler. Mediante este vínculo con el propietario, los residentes de la geshuku lograban una conexión con la comunidad local.

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Share Yaraicho, Tokyo, 2012, Satoko Shinohara/Spatial Design Studio + Ayano Uchimura/A studio. Foto © Taro Hirano

En la actualidad, los estudios son también las viviendas más pequeñas de la ciudad, pero, a diferencia de las nagaya o las geshuku, son independientes. Además, el alquiler se paga por transferencia bancaria y los residentes de un estudio no necesitan contactar con nadie en su espacio privado. Asimismo, las instalaciones urbanas anónimas, como las tiendas de conveniencia, contribuyen a este modo de vida. En un primer momento, los residentes más jóvenes acogieron con agrado la forma de vida en estos estudios, al tratarse de lugares cómodos donde podían residir sin comunicarse con nadie y sin la molestia de compartir espacio. Pero hoy en día ya no es una vivienda temporal para jóvenes, sino una forma de vida urbana para un grupo muy diverso de personas, entre las que se encuentran las de mayor edad, con los problemas que esto conlleva. Los jóvenes que vivían en estudios podían regresar a las casas de sus padres y familias, pero ahora muchas personas solteras carecen de una casa familiar a la que volver.

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Share Yaraicho, Tokyo, 2012, Satoko Shinohara/Spatial Design Studio + Ayano Uchimura/A studio. Foto © Taro Hirano

Una vivienda compartida con un salón compartido no es un hogar familiar típico. Por lo tanto, los residentes no esperan ayuda mutua como en el caso de una familia. Sin embargo, surgen ciertas relaciones entre los residentes que comparten espacio físico como consecuencia del intercambio constante de información diversa, aunque esas interacciones puedan resultar engorrosas.

Al igual que los humanos disponen de cuerpos, las relaciones entre residentes que comparten espacio físico tienen varias implicaciones. En Tokio seguirán predominando los hogares unipersonales. En este caso, las grandes ciudades requerirán medidas que reduzcan el riesgo de aislamiento y muerte solitaria debido a la presencia anónima de las unidades de vivienda de menor tamaño. La vida compartida podría utilizarse para conectar esas unidades residenciales de tamaño reducido. Asimismo, la vida compartida puede contribuir a mejorar las relaciones en los entornos urbanos y entre los residentes. Para ello, creo que el diseño arquitectónico desempeña un papel fundamental y es importante seguir perfeccionando el diseño de la vida compartida.

Imagen principal: Share Yaraicho, Tokio, 2012, Satoko Shinohara/Spatial Design Studio + Ayano Uchimura/A studio. Foto © Taro Hirano

Traducción: Texto original, Kayo Murakami

Vídeo: Una película de Toshiki Hirano para la exposición del Roca London Gallery, Small Spaces in the City: Rethinking Inside the Box, comisaria Clare Farrow.
Vídeo © Toshiki Hirano y Satoko Shinohara, 2023

Exposición: http://www.rocalondongallery.com/expositions/small-spaces-in-the-city-rethinking-inside-the-box