El diseño del Roca Madrid Gallery

Una entrevista con Carlos Lamela

Los Roca Galleries fusionan la presentación de productos innovadores para el espacio de baño con la creación de una plataforma de intercambio de conocimiento y debate sobre arquitectura, diseño y urbanismo. Carlos Lamela comparte con nosotros sus experiencias durante el diseño del Roca Madrid Gallery, un espacio donde realizar exposiciones y eventos profesionales y culturales en pleno centro de la ciudad.

Inaugurado en 2011, el Roca Madrid Gallery fue el segundo Roca Gallery de la marca. Aunque comparten un concepto común, el proyecto es estéticamente muy distinto al Roca Barcelona Gallery. ¿Existían elementos comunes en los dos proyectos?

Aunque sabíamos de la existencia de diferentes proyectos para cuatro ciudades, Madrid, Barcelona, Lisboa y Londres, nunca tuvimos contacto con los arquitectos, y sabíamos que los objetivos para cada proyecto serían diferentes. Primero, porque las ubicaciones dentro de las ciudades y los presupuestos eran diferentes, y los objetivos comerciales también eran diferentes. Sabíamos que Zaha Hadid estaba desarrollando el proyecto de Londres, y que nuestros buenos amigos Carlos y Borja Ferrater estaban desarrollando el proyecto de Barcelona. Tuvimos poca relación unos con otros, pero sí nos iban informando más o menos de cómo iban los diferentes procesos.

¿Cómo afrontas un proyecto de este tipo donde el ADN de la marca debe estar muy presente junto con la expresión personal del arquitecto que lo proyecta?

Evidentemente, cada vez que unos profesionales desarrollan un proyecto, tienen que empaparse del ADN de la marca. En este caso, Roca ya era una compañía muy conocida, pero a lo largo del proceso tuvimos el privilegio y la suerte de poder profundizar un poco más, no solo en el conocimiento de la compañía, sino en el conocimiento de las personas que lideraban el proyecto del Gallery. He de decir que siempre hubo una simbiosis muy estrecha, y realmente al final hablábamos el mismo lenguaje; en este sentido, el proceso fue muy fácil.

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ROCA MADRID GALLERY, CARLOS LAMELA/ESTUDIO LAMELA, 2009. FOTO © JAIME ERICE TORÁN

El espacio ocupa un edificio que ya era propiedad de Roca, en el que destacaba el friso exterior de hormigón del escultor Josep Maria Subirachs, con un juego simbólico muy potente y de un material muy pesado visualmente. ¿Cómo se planteó la integración de este elemento artístico en un proyecto tecnológicamente avanzado?

Es cierto que nosotros ya conocíamos el local, era un local muy conocido en Madrid. Y conocíamos también el mural de Subirachs, pues obviamente tiene una presencia importante en la esquina de las calles Zurbano y José Abascal. En el momento en el que se nos encargó el proyecto, tuvimos clarísimo que había que integrarlo, limpiarlo, restaurarlo y revalorizarlo. Los responsables de Roca siempre entendieron su importancia y he de decir que para mí es una fortuna haber podido trabajar, aunque de forma indirecta, con Subirachs. Verdaderamente se trata de una pieza extraordinaria.

Desgraciadamente la integración de obras plásticas en la arquitectura, tanto obras murales como obras escultóricas, sobre todo cuando están concebidas de forma global, ha ido desapareciendo al cabo de los años. En los inicios de su carrera, en los años 50, mi padre siempre incorporó obras de diferentes artistas plásticos del momento en sus proyectos. Siempre tuvimos claro que era necesario conservar esta pieza, no solo por Subirachs y por Roca, sino también como gesto para que en el futuro se potencien este tipo de actuaciones.

Junto con el friso, el exterior del edificio también juega con recursos audiovisuales y con un escaparate de gran impacto visual, que se renueva regularmente. ¿Cómo se consigue el equilibrio entre elementos tan potentes y al mismo tiempo tan cambiantes?

Yo creo que la integración de todo tipo de recursos audiovisuales dentro de la arquitectura cada vez va a estar más presente, porque la tecnología va avanzando; en este sentido, cada vez las pantallas audiovisuales tienen mayor definición, son más grandes y más asequibles. En el pasado, obras como el friso de Subirachs tenían que ser integradas en la arquitectura. Pero hoy en día, estos elementos audiovisuales estarán cada vez más presentes. Y los temas mecánicos van a ir desapareciendo y serán sustituidos por ese tipo de pantallas tecnológicas de sentido muy contemporáneo. Creo que la arquitectura va a tener una variante más con la incorporación de este tipo de elementos, como el uso de los LEDs en la iluminación exterior. Hasta hace poco, la iluminación exterior era un tema prácticamente anecdótico, pero hoy, con los LEDs, estamos viendo que en muchos edificios –sobre todo curiosamente, en culturas como las asiáticas– cada vez tiene más preponderancia y más importancia tanto en los propios edificios como en el perfil de las ciudades.

El interior del edificio integra elementos artísticos de grandes dimensiones, exposición de producto y recursos audiovisuales relacionados con la marca, además de las áreas administrativas y funcionales. ¿Qué concepto se siguió para lograr combinar todos estos elementos con tanta fluidez?

Fue una operación compleja. Primero porque era un local comercial situado dentro de un edificio, con alturas no muy grandes porque pertenece a una época en la que en la arquitectura se proyectaban alturas muy ajustadas. Por aquel entonces las ordenanzas establecían las edificabilidades en metros cúbicos, en vez de metros cuadrados. Como consecuencia de esto, las alturas de los niveles eran cada vez más pequeñas. Por este motivo, tuvimos que luchar mucho para lograr acomodar todos los elementos e instalaciones definidas en el proyecto.

En cuanto a la distribución de los diferentes espacios, había que dar respuesta a unos espacios funcionales demandados por la propia compañía. Pero yo creo que todo se resolvió de una forma fácil, porque tanto los responsables de la compañía como los arquitectos teníamos muy claro el tipo de local y el tipo de uso que tendría que darse al local. Todo ello, con los colores adecuados, con la iluminación adecuada y también con las soluciones que tuvimos que desarrollar para la exposición de los productos, dio lugar a un espacio que nosotros siempre hemos creído que ha sido muy exitoso y muy bien coordinado.

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ROCA MADRID GALLERY, CARLOS LAMELA/ESTUDIO LAMELA, 2009. FOTO © JAIME ERICE TORÁN

Si tuviera que destacar un elemento de especial interés del proyecto, ¿cuál sería?

Uno de los elementos que me interesa especialmente es lo que yo llamo el cine. Es un espacio al fondo, con una pantalla curva y doble proyección vertical-horizontal que envuelve al espectador, en el que uno puede sentirse casi en un cine con una estética muy futurista. Para mí es el espacio que quizá tiene más interés, porque hay que recorrer toda la sala antes de llegar a él. Y es como una gran sorpresa. Cuando los visitantes llegan a esta sala de proyecciones se llevan una sorpresa súper agradable y se quedan muy impresionados.

También, el tema de las cortinas metálicas de planta circular, que se resolvieron con una solución muy ingeniosa, de cadenas de bicicleta después de darle muchas vueltas a la mecánica necesaria para resolver el problema. Este es uno de los puntos más ingeniosos del proyecto, que quizás es menos visible porque lo tienes que saber para fijarte.

Y luego, como tercer elemento, las proyecciones exteriores. Yo creo que a esos conductores que están parados durante segundos o minutos en el semáforo de José Abascal esquina con Zurbano, les resulta muy sorprendente cuando pueden ver esas personas aseándose continuamente de cara al espacio exterior de la ciudad.

IMAGEN PRINCIPAL: Roca Madrid Gallery, Carlos Lamela/Estudio Lamela, 2009. Foto © Jaime Erice Torán