Diseños para estos tiempos

El consumo creciente de datos implica prestar una mayor atención a los centros de datos

Si a finales del siglo XX lo destacable era el consumo de bienes físicos (electrodomésticos, moda, platos preparados), en los primeros años del siglo XXI lo que impera es el consumo de datos. Los avances tecnológicos han logrado trasladar numerosas actividades y transacciones a la esfera de Internet, desde las compras y las relaciones sociales al trabajo y la televisión.

Esta transición puede parecer sencilla, pero detrás de ella existe un inmenso sector, en gran parte oculto, que permite que el cambio ocurra a la velocidad de la luz. Los datos digitales deben almacenarse en servidores informáticos alojados en centros de datos, cuyo número va en aumento. Según el proveedor de inteligencia de mercado International Data Corporation, estos han pasado de 500.000 en 2012 a más de 8 millones en la actualidad.

Cada búsqueda, clic o vídeo en directo moviliza varios servidores, con el consiguiente consumo de energía. Si tenemos en cuenta que Google procesa aproximadamente 63.000 búsquedas al segundo, lo que supone 5.600 millones de búsquedas al día, nuestro consumo digital está disparando el consumo de energía de los centros de datos. Computer World pronostica que el consumo de energía de los centros de datos supondrá un 3,2 % de las emisiones totales de carbono en 2025, consumiendo una quinta parte de la electricidad mundial.

La energía se utiliza para controlar la temperatura, la humedad y el polvo dentro de los centros de datos con el fin de que sus sistemas puedan operar de forma fiable, segura, eficiente y continua. No es de extrañar que se les critique por la energía utilizada para hacer funcionar y, sobre todo, refrigerar los servidores para evitar que se fundan. Alrededor del 40 % de la energía total que consumen se destina a la refrigeración de los equipos informáticos.

También se habla mucho de que el calor que desprenden va a parar a los hogares cercanos a través de redes municipales de calefacción, un ejemplo de calor residual convertido en una fuente de energía para nuestro consumo. El nuevo concepto de Scott Brownrigg, creado para la última exposición de Roca Gallery London, «Power House: The Architecture of Data Centers», se centra en esta cuestión. La idea de «uso mixto y cercano» de los arquitectos da lugar a un centro de datos en plena ciudad junto a la agricultura urbana, la elaboración de cerveza, la robótica y un mercado de productos. «Estas actividades aprovechan el calor residual del centro de datos», declaran los arquitectos.

Por otro lado, los centros de datos construidos en países más fríos logran mantener una temperatura más baja en parte gracias al clima. El Lefdal Mine Data Center en Noruega es un ejemplo extremo. Se encuentra a unos 25 metros de profundidad, rodeado de pieza caliza sólida y refrigerado con agua de los fiordos cercanos.

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CENTRO DE TELECOMUNICACIONES DE QIANHAI, SHENZHEN, CHINA, SCHNEIDER+SCHUMACHER. FOTO © SCHNEIDER+SCHUMACHER

Otro ejemplo es el concepto de plataforma petrolífera reacondicionada de Arup para la exposición «Power House», que convertiría a las plataformas marinas en centros de datos que se refrigerarían con la ayuda de los vientos y las aguas profundas del Mar del Norte. Otros utilizan la arquitectura para gestionar el proceso de refrigeración. El revestimiento del centro de telecomunicaciones de Qianhai, obra de Schneider+Schumacher, refleja la luz solar de Shenzhen y proporciona una zona de amortiguación térmica para evitar que el calor llegue al edificio.

Y los cuatro edificios de baja altura del centro de datos Gak Chuncheon están colocados de forma que el aire frío que fluye desde las grietas del monte Gubong atraviese el edificio y enfríe los servidores. Estas instalaciones de Naver (el principal motor de búsqueda en Corea del Sur y proveedor mundial de tecnología financiera) fueron diseñadas por Kengo Kuma y DMP, quienes también ampliaron la anchura del edificio para maximizar la superficie expuesta al viento.

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CENTRO DE DATOS GAK CHUNCHEON, NAVER, COREA DEL SUR, 2013, KENGO KUMA Y DMP. FOTO © NAVER

Además de energía, los centros de datos también consumen suelo. En entornos urbanos, el elevado precio del suelo obliga a los arquitectos a mirar hacia arriba.  Cuando esté terminado en 2023, el centro de telecomunicaciones de Qianhai, de 16 plantas, será el primer edificio de gran altura de este tipo.

En las zonas rurales, un centro de datos masivo de gran escala puede abarcar la superficie de 24 campos de fútbol. Existen unos 600 centros de este tipo en el mundo. Y la experiencia irlandesa es un buen ejemplo. Al ser un núcleo importante en la economía global de datos (Amazon, Google, Microsoft y Facebook tienen sus sedes europeas en Dublín), los centros de gran escala de Irlanda están proliferando y aumentando de tamaño.

«¿En qué tipología arquitectónica pueden incluirse los centros de datos de gran escala? Desde el punto de vista profesional, ¿los consideramos otra forma de infraestructura o es algo mucho más radical?» Estas preguntas fueron planteadas por Donal Lally de ANNEX, el equipo de comisarios que discutió estos temas en el pabellón irlandés de la XVII Bienal de Arquitectura de Venecia. «A principios del siglo XXI, estamos desarrollando un tipo de arquitectura que no se construye o sitúa a escala humana; en su lugar, se trata de una manifestación física nacida de los flujos globales de información y sujeta a ellos».

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GAK SEJONG, NAVER, COREA DEL SUR, JUNGLIM ARCHITECTURE. FOTO © NAVER

Cualquiera que sea su tamaño, muchos centros de datos son cajas sin ventanas carentes de atractivo. Pero también existen algunas joyas arquitectónicas. Junto al centro Gak Chunchgeon de Kengo Kuma y DMP, encontramos el llamativo Gak Sejong, que pronto se construirá, obra de Junglim Architecture. Y la seguridad no siempre toma la forma de vallas metálicas. En Ámsterdam, el elegante AM4 de Benthem Crouwel Architects está protegido, como corresponde a los Países Bajos, por un foso.

Estos edificios demuestran que, cuando los arquitectos tienen libertad absoluta para crear o cuentan con clientes inspirados, los centros de datos pueden dar lugar a una arquitectura significativa. Y ya es hora de que el sector tome nota. En palabras de Tom Ravenscroft, editor de Dezeen y comisario de la sección londinense de «Power House»: «Los centros de datos son la nueva tipología de edificios más importante e interesante de una generación y, sin embargo, apenas se les presta atención arquitectónica».

Imagen principal: Concepto de plataforma petrolífera reacondicionada para la exposición «Power House: The Architecture of Data Centers», obra de Arup Engineered Architecture. Render: Arup