Habitar el futuro

Una mirada al sentido de la arquitectura

Hoy necesitamos relacionarnos de forma comprensiva y coherente con el medio que habitamos. Este habitar en comunidad con otros y con el todo, nos dará la capacidad de empatizar y construir espacios de reflexión y acción colectiva positiva. 
Como arquitectos proponemos tratar el verdadero sentido, del verbo «habitar» y
en este pequeño oasis en el universo, es donde los diversos hábitats humanos responden a determinadas condiciones específicas. ¿Cómo son? ¿Cómo están evolucionando? ¿Qué características intrínsecas tiene cada lugar? ¿Cuáles han sido modificados por nuestro proceder, y qué consecuencias se derivan de ello? 
Lamentablemente muchos matices de lo que significa «habitar», han sido olvidados por una buena parte de la arquitectura. Nuestra disciplina que ha ido desplazando su mirada, ya no tan vinculada con lo cotidiano ni con nuestras necesidades básicas como seres humanos, y si ofreciendo determinados productos a un gran número de consumidores. 
Este corrimiento del eje que ha sufrido nuestra profesión, se perpetúa infravalorando los diferentes elementos preexistentes, y en consecuencia, descuidando el medio que nos acoge y nuestra relación con él. 
A través de diferentes experiencias proyectuales, he ido proponiendo una manera de habitar que intenta abordar la complejidad y a la vez poner en valor las trazas propias y las características dadas por el territorio/lugar preexistente. 
    

Barraca de pescadores en Cap de Creus, años 1940. Foto: autor desconocido

Adecuación del yacimiento romano de Can Tacó, S.II A.C., Montmeló, Montornès del Vallès, Spain, 2011, Estudio de arquitectura Toni Gironès. Foto © Aitor Estévez

En este sentido el interaccionar con diferentes yacimientos arqueológicos, me ha regalado el entender que habitamos una topografía en el tiempo, que el concepto de «nueva planta» no existe, y que todo al fin y al cabo, es una rehabilitación –volver a habilitar/habitar– de la condición de lugar. 
Un límite conceptual claro que permite reconocer todo lugar como patrimonio que ha llegado hasta nosotros por decantación en el tiempo, ...un movimiento de tierra que asume un nuevo rol al contener el agua, ...árboles ya existentes significados para dar cobijo, ...fragmentos de ladrillo y polvo de ladrillo que matizan los sonidos al caminar hacia y parar en unas piedras milenarias, ...nuevos mapas surgen, de antiguas topografías modificadas por –y con– el tiempo... 
Fijándonos en aquellas condiciones que los elementos naturales nos proporcionan, nos planteamos... ¿Cuáles son los matices que determinan los límites entre el construir y el habitar?, ¿entre lo que llamamos arquitectura y su verdadero sentido?, ...Un árbol de hoja caduca que proyecta su sombra en verano y que permite el paso del sol en invierno para calentarnos, ...la inercia térmica de la tierra que al enterrarnos parcialmente nos permite acercarnos a unos umbrales de confort entre los 18 y 25º C, ...La lógica de las dinámicas del agua y sus variaciones topográficas, ... Las alternancias térmicas de las corrientes de aire, que tratadas con unos u otros materiales, pueden dar resultados antagónicos en el proyectar de nuestro confort... 
Creo ser objetivo al observar que la historia reciente presenta muchas paradojas que nos traen a este momento con una reflexión hoy urgente: ¿de qué manera podemos co-evolucionar con el medio y los diferentes elementos naturales, optimizando al máximo los recursos? 
 

Habitar un jardín que ha sido adecuado para ello.

Barraca de pescadores en Cap de Creus, años 1940. Foto: autor desconocido

El equilibrio entre el mantenimiento y la incorporación, está de acuerdo y alineado en cada caso, con el objetivo de optimizar la fuerza del lugar que habitamos. La condición de lugar, entendida como aquellas características vinculadas al habitar que nos vienen dadas, y que en base a unas necesidades de la especie, la acción de proyecto activará, entendiendo que el cometido de la arquitectura, es ejercer como elemento de mediación que verbaliza y adjetiva. 
En consecuencia, una progresiva acción responsable, debería armonizar los diferentes ciclos vitales del habitar humano en coevolución con el resto de los seres vivos. 
Todo ello en un mundo en el que las ciudades y la ocupación humana del territorio, han crecido sin responder a las condiciones del sitio en el cual se han implantado, y por las cuales hoy sufrimos consecuencias devastadoras mal denominadas «desastres naturales». 
Sin embargo podemos reconocer que las construcciones más eficientes, han sido aquellas que desde la necesidad, se han realizado siguiendo procesos de transformación del medio coherentes y con materiales propios del lugar –tal y como lo hacen el resto de las especies animales– y no han sido producto de una especulación teórica ni de ninguna estrategia de proyecto previa. 
 

Inhabiting a garden that has been made suitable for it.

Jardín habitable, Capmany, obra en curso, Estudio de arquitectura Toni Gironès. Fotos ©  Aitor Estévez

Recuperar esta noción aparentemente primitiva es un camino posible para generar nuevos espacios que inviten a la calma, la contemplación y la introspección, proponiendo un reencuentro entre los seres humanos y el medio natural en una suerte de confluencia empática. Puesto que somos parte de la naturaleza, es a través de esta empatía que podemos leer el lugar, aprender de sus condiciones y dialogar construyendo un futuro. 
Habitar el futuro sólo será posible si aprendemos a convivir en armonía desde el presente, descubriendo el valor de nuestro pasado. Un lugar se percibe y se vive agradable a través de la sencillez de pequeñas acciones: ampliar un plano horizontal para generar una terraza, una roca desenterrada que nos acoge y nos da respaldo, un atardecer de verano a la sombra de una morera, o una pequeña ventana que dialoga, de forma vehemente, con el viento de tramontana. 
Sólo necesitamos despejar el ruido para poder volver a ver –con todos los sentidos– el horizonte. 

Imagen principal: Croquis © Toni Gironès. Imagen cortesía de Estudio de arquitectura Toni Gironès