Obras para rememorar

Reflexiones y prácticas 

Pocas palabras han estado tan presentes en la cultura contemporánea como el término «memoria». La memoria es un marcador clave en campos tan diversos como la historiografía, la política, el psicoanálisis, las artes visuales y escénicas, las tecnologías de la información y los medios de comunicación. Al mismo tiempo, influye en la concepción y el diseño de paisajes, arquitecturas, arte público, espacios públicos, monumentos, museos y memoriales.

Un aspecto importante de la cultura de la memoria puede encontrarse en la estrecha vinculación entre la pugna por la justicia y los derechos humanos y el recuerdo de acontecimientos traumáticos. En efecto, muchas naciones y comunidades han tratado de crear y perfeccionar sociedades democráticas tras exterminios masivos, esclavitud, apartheids, segregación, dictaduras y totalitarismos. Estos procesos y luchas también están íntimamente ligados a la importancia de la conservación de los lugares de memoria y la creación de espacios para el recuerdo, la reflexión y la acción.

Aunque desde hace siglos se construyen monumentos y memoriales en todo el mundo, las atrocidades y catástrofes del pasado reciente, junto con la lucha por un mundo más justo, se han plasmado conscientemente en nuestro entorno construido como nunca antes en la historia.  Como resultado, nos encontramos desempeñando un papel importante en los discursos públicos sobre la historia y la memoria, sobre la justicia y sobre el espacio público democrático.

Espacios para la memoria y el activismo.

«The Ripple Effects», finalista del concurso para el Monumento a Martin Luther King Jr. y Coretta Scott King en el Boston Common propone crear un monumento doble y un «terreno para el activismo contemporáneo y público», 2018, Julian Bonder, Krzysztof Wodiczko, Maryann Thompson, Walter Hood

En los últimos años, importantes movimientos y acciones en todo el mundo reafirman con fuerza y ponen de manifiesto que el espacio público es, de hecho, un espacio para la afirmación de los derechos políticos, civiles y culturales. Creo que, en gran medida, el éxito de la democracia puede, y quizá deba, medirse por su capacidad para fomentar procesos de sanación y búsqueda de la justicia y para ampliar el significado de una sociedad inclusiva y solidaria a través de medios políticos, culturales, educativos y, sí, también arquitectónicos y artísticos.  

Abordar la cuestión de cómo integrar la memoria histórica en los espacios públicos y en nuestro entorno construido plantea toda una serie de interrogantes. ¿Cómo podemos crear propuestas innovadoras para trabajar y arrojar luz sobre recuerdos difíciles e injusticias pasadas y presentes? ¿Cómo podemos crear obras, programas y organizaciones centrados en la justicia y destinados a suscitar nuevas formas de memoria y conciencia ética —nuevas formas de visibilidad— en nuestros espacios públicos democráticos? ¿Cómo nos posicionamos y cómo concebimos nuestro papel como arquitectos, artistas, y diseñadores cuando trabajamos en proyectos de este tipo, entendidos como espacios para la reflexión, el compromiso y la acción?

La arquitectura puede transformar realidades y contribuir a vislumbrar un futuro mejor, ya que se trata de una actividad de afirmación de la vida indisolublemente ligada a nuestra existencia social, política y cultural. El destino histórico de un memorial es el compromiso con el pasado y la creación de unas bases para obtener nuevas respuestas en el presente.

La palabra latina monumentum deriva del verbo moneo, que significa «advertir». De ahí que memorial, memento, monumento, al igual que monitor, sugieran no sólo la conmemoración, sino también ser consciente, tener presente y recordar, advertir, aconsejar y llamar a la acción. Como catalizadores de la memoria y los recuerdos, nuestras propuestas —monumentos, memoriales, espacios para la reflexión y la acción— pueden contribuir así a sanar historias de violencia a menudo ocultas e integradas en nuestro entorno construido.  Para ello, creo que al concebir y diseñar estos proyectos debemos considerar que la estética está al servicio de la ética.

Un espacio público dedicado a la memoria junto al río Loira.

Anteriormente utilizado como aparcamiento, el terraplén del Loira se ha transformado en un espacio conmemorativo público, Memorial de la abolición de la esclavitud, Nantes, 2012, Wodiczko + Bonder. Foto © Philippe Ruault

El memorial de la abolición de la esclavitud en Nantes, fue encargado por la propia ciudad y su antiguo alcalde Jean-Marc Ayrault. El proyecto propone una evocación metafórica y emocional de la lucha por la abolición de la esclavitud, sobre todo histórica, pero que aún continúa en el presente. Este proyecto propuso una transformación física y un refuerzo simbólico de 350 metros de la ribera del Loira y, hasta la fecha, ha sido visitado por más de 2 millones de personas.

Como monumento conmemorativo en uso, ofrece espacio y medios para recordar y reflexionar sobre la esclavitud, conmemorar y celebrar la resistencia y la lucha abolicionista y acercar al visitante a la lucha permanente contra las formas actuales de esclavitud.

Un espacio subterráneo preexistente (vestigio de la construcción de los puertos y muros de contención del Loira en los siglos XVIII, XIX y XX) se transformó en un «pasaje», un espacio conmemorativo subterráneo. Como lugar para la contemplación, la reflexión y la acción, el memorial arroja luz sobre pasados y presentes difíciles, tanto en Nantes como en el resto del mundo, y se ha convertido en agente y catalizador de la acción transformadora, el activismo por los derechos humanos y el compromiso cívico.

Espacio dedicado a la memoria en un subterráneo de Nantes (Francia).

Este espacio conmemorativo subterráneo de 150 metros de longitud es accesible al público por sus dos extremos. Monumento a la abolición de la esclavitud, Nantes, 2012, Wodiczko + Bonder. Foto © Philippe Ruault

Influidos por la necesidad consciente de llegar a una pluralidad de públicos y generaciones, estos proyectos pueden convertirse en agentes activos para la cultura y el diálogo, exigiendo responsabilidad y suscitando «capacidad de respuesta», activismo en pro de los derechos humanos y compromiso cívico. En este sentido, creo que, al concebir y crear estos espacios de reflexión, debemos intentar arrojar luz sobre el pasado y el presente, comprometernos de forma proactiva con el público y las comunidades e invitar a que se formulen preguntas sobre la sociedad, la democracia, las historias, los recuerdos y, en última instancia, sobre nosotros mismos.

Porque, como nos recuerda James Baldwin, «Las preguntas que uno se hace empiezan, al menos, a iluminar el mundo y se convierten en nuestra clave para entender la experiencia de los demás».

Imagen principal: El espacio subterráneo se ha transformado en un pasaje conmemorativo, que incluye textos abolicionistas inscritos en los paneles de cristal, Memorial de la abolición de la esclavitud, Nantes, 2012, Wodiczko + Bonder. Foto © Philippe Ruault