Menos, mayor. ¿Mejor? ¡Juntos!

Cómo responden los diseñadores a los cambios en la percepción de nuestras etapas vitales

It’s The End Of The World As We Know It (And I Feel Fine)

R.E.M.

En muchos países ricos, la gente tiene menos hijos y vive durante más tiempo. ¿Cómo podemos aprovechar esta oportunidad para replantearnos el diseño de espacios y el uso de nuestros espacios domésticos y públicos?

En primer lugar, seamos claros: un índice de natalidad más bajo no tiene por qué suponer una «crisis», tal como han denunciado muchos medios de comunicación. En estos tiempos en los que muchas vidas, medios de subsistencia y lugares están siendo destruidos por la desestabilización del clima y el agotamiento de los recursos causados por el hombre, una ligera y voluntaria reducción de nuestra población, especialmente en aquellas sociedades con huellas de consumo más elevadas, puede ser un alivio en lugar de crear alarma. Los estudios realizados indican que la opción de tener un hijo menos es una de las decisiones con mayor impacto que puede tomar una persona en un país desarrollado para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Otros estudios muestran que tener menos hijos no afecta a nuestra felicidad. Yo soy una madre orgullosa, pero tengo muchos amigos sin hijos, que invierten el tiempo y los recursos que les sobran en sus comunidades y vocaciones, con el consiguiente beneficio para todos. ¿Quién pagará los impuestos y cuidará de las personas mayores? Una gran cantidad de personas con talento, motivadas y trabajadoras nacidas en otros lugares del mundo estarían encantadas de reequilibrar la población en países más ricos y seguros, reduciendo la pobreza absoluta global y reviviendo las economías a través de la emigración.

Nuestra visión del envejecimiento también requiere de un replanteamiento. Tal como describen Lynda Gratton y Andrew J Scott en La vida de 100 años, las tendencias de longevidad crean circunstancias sin precedentes que nos permiten volver a imaginar las etapas de nuestra vida. Tenemos la oportunidad y la necesidad de trazar nuevos caminos que incluyan múltiples reinvenciones profesionales y de integrar periodos prolongados de exploración personal y de cultivo de nuevos conocimientos y habilidades. El aumento de la esperanza de vida aporta una perspectiva que contempla nuevas posibilidades para cada nueva etapa de nuestra trayectoria vital. ¿Y qué ocurre cuando se acerca el final de este viaje? En lugar de aferrarse a la inmortalidad por cualquier medio, como hacen algunos multimillonarios, una política pública inteligente debería centrarse en alcanzar la equidad sanitaria, ampliando los ciclos de salud y posibilitando un envejecimiento con sentido.

Como ocurre con muchas de nuestras narrativas heredadas, cambiar nuestra perspectiva puede abrir un camino hacia un futuro más prometedor. ¿Qué implica esto para la arquitectura y el urbanismo?

Aunque ya era evidente antes de la pandemia, en los últimos meses se ha intensificado el discurso público sobre los peligros de la desigualdad social y el aislamiento y el valor de los espacios verdes accesibles y otras infraestructuras para la salud y el bienestar. La búsqueda de la «suficiencia privada» y el «lujo público», por tomar prestado un llamamiento de George Monbiot, es una lente clara a través de la cual podemos replantear y rehacer nuestros espacios para el bien común. Tal como mencioné en una anterior colaboración con esta publicación, los diseñadores tienen una oportunidad extraordinaria de ayudar a sus congéneres reimaginando nuevas formas de vivir juntos en la Tierra con sencillez. Una respuesta al diseño preparada para el futuro pondrá en primer plano las relaciones, más allá de las de la familia nuclear y además de la especie humana.

Reducir el número de habitantes nos permitiría preservar o renaturalizar más extensiones de tierra para las demás especies y sistemas de cuya existencia dependemos completamente. Una esperanza de vida mayor significa que tenemos más tiempo para disfrutar de la naturaleza y volver a familiarizarnos con ella. Hace años tuve la oportunidad de estudiar el movimiento de jardinería comunitaria en Singapur y pude comprobar, tal vez sin sorpresa, que muchos de los jardineros más dedicados ya habían pasado la edad de jubilación. A medida que nos adaptamos a una «trayectoria de vida de 100 años» y relocalizamos nuestros estilos de vida a los límites planetarios, muchos de nosotros ganaremos tiempo para volver a aprender a observar e interactuar fructíferamente con nuestros paisajes y con los demás habitantes del planeta.

He podido reflexionar sobre algunos de estos temas como miembro del equipo de comisarios del Pabellón de Singapur para la 17ª Exposición Internacional de Arquitectura de la Bienal de Venecia. En respuesta a la pregunta del Director de la Bienal Hashim Sarkis «¿Cómo viviremos juntos?», nuestro equipo reunió 16 proyectos que demuestran o estudian de qué forma el diseño puede posibilitar, provocar y fortalecer las relaciones entre comunidades humanas, y en algunos casos, entre nosotros y otras especies.

Uno de los proyectos expuestos, Kampung Admiralty, diseñado por WOHA architects para la Junta de Vivienda y Desarrollo de Singapur, se concibió específicamente para satisfacer las necesidades de la población de más edad. Inaugurado en 2017, el «kampung (pueblo) vertical» de 11 pisos requirió de la colaboración interinstitucional para crear un entorno intergeneracional único en el que los 100 apartamentos para residentes de edad avanzada están integrados con instalaciones sanitarias, de cuidado de niños, comerciales y de restauración. Los espacios para la interacción con la naturaleza en la forma de espacios verdes y jardines comunitarios ocupan un lugar destacado en el corazón del edificio, con amplias conexiones visuales y físicas.

2
«BOTH SIDES, NOW, CLOSER» DE DRAMABOX, ARTSWOK COLLABORATIVE Y FOREST & WHALE, SINGAPUR. FOTO © LOS ARTISTAS

Tenemos que replantearnos cómo utilizamos nuestros espacios y cómo los diseñamos. También incluido en nuestro pabellón, Both Sides, Now es una iniciativa plurianual que pretende «fomentar la creación de más comunidades donde vivir bien y tener una buena despedida de este mundo sean una parte de la vida cotidiana». Presentado por la Fundación Lien, la Fundación Ang Chin Moh, Dram Box y ArtsWok Collaborative desde 2013, con un diseño espacial de Forest & Whale desde 2017 hasta 2019, el proyecto reactiva los espacios comunes de las viviendas públicas de Singapur como lugar donde mantener conversaciones comunitarias facilitadas por artistas que superen los tabúes culturales a la hora de hablar de la muerte y adopten una vida más significativa.

A medida que nos encontrarnos con nuestras propias vulnerabilidades como individuos, como habitat y, en última instancia, como especie, nos abrimos a la hermosa verdad de nuestra interdependencia con los demás y de nuestra integración en el resto de la naturaleza.

Pabellón de Singapur

Nota de la autora: Las opiniones expresadas en este artículo son las mías propias y no reflejan en ningún caso las opiniones de los demás comisarios, ni de los expositores o miembros del Pabellón de Singapur.

IMAGEN PRINCIPAL: Kampung Admiralty de WOHA, Singapur. Foto © Patrick Bingham