Momentos

Cinco reflexiones sobre arte y arquitectura transitorias

«Oímos sólo aquellas preguntas para las que estamos en condiciones de encontrar respuestas.»  Friedrich Nietszche

 

La arquitectura ha trazado el mapa físico de nuestra sociedad para que pueda desarrollar su actividad social. Ha edificado nuestro entorno, nuestras ciudades e incluso ha generado el mapa mental que dibuja nuestros paisajes. Una arquitectura siempre con afán de perdurar, que por adición e reiteración ha construido nuestro mundo, ha engendrado nuestro patrimonio. ¿Cómo podemos actuar en esta cultura que tiene tanto espacio ya construido?

¿Podemos llamar arquitectura a las construcciones o instalaciones que precisamente no tienen este afán de perdurar? ¿Cuál es el límite entre la arquitectura y la arquitectura efímera? ¿Cómo esta arquitectura encaja en el lugar? La arquitectura llamada efímera tiene la virtud de ser, por definición, transitoria; varía entre dos regímenes estacionarios consecutivos durante un corto periodo de tiempo. Es una fórmula posiblemente fuera de catálogo, a caballo entre la arquitectura, el arte, el espectáculo y el ensayo. Una fórmula actualmente más que elocuente que preferiría nombrar como arte y arquitectura transitorias y de la que quiero destacar cinco particularidades.

Patrimonio

La primera es que permiten interactuar justo en este patrimonio sin la necesidad de modificarlo físicamente y menos permanentemente y a la vez pueden modificar la concepción que tenemos de él. La experiencia del arte y arquitectura transitorias es que nos pueden contar algo que hace que nunca más podamos ver, con la misma mirada, el lugar que ya ha sido intervenido.

Tienen la virtud de generar un relato urbano en un lapsus de tiempo que modifica la psiquis del propio observador y por consiguiente modifica también la psiquis de una sociedad. El arte y arquitectura transitorias modifican el relato patrimonial, moldean la cultura.

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«CARRILLÓN DE VIENTO», MANRESA, 2021, XEVI BAYONA. FOTO © XEVI BAYONA

Justo en el medio del arco central de los que conforman el puente viejo de Manresa, levita un carrillón de 29 campanas. Una escultura sonora suspendida en el aire que cuelga a veinte metros de la maravilla de puente que construyó en el siglo XVI Berenguer de Montagut sobre el río Cardaner. Tubos metálicos recortados dibujan un círculo perfecto de un cromatismo satinado que se tiñe con las variaciones de luz y que genera un reflejo lumínico sobre el agua. El círculo tectónico se mueve con el viento y contrasta con la inmovilidad de siglos del protagonista, el puente. La instalación sólo quedará en el recuerdo. 

Reflexión

La segunda es la capacidad de invitarnos a reflexionar sobre nuestras propias convicciones y hacerlo en el espacio público. Una pregunta abierta a la sociedad justo en el espacio colectivo.

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«HABITARE», OLOT, 2020, XEVI BAYONA. FOTO © PEP SAU

«Habitare» o el hogar sin casa es una instalación que pone de manifiesto la desvinculada capacidad que tiene la arquitectura de crear hogares y plantea un hogar sin los límites que la propia arquitectura puede ofrecer. El hogar es la adición de la humanización formal que provoca el mero hecho de vivir, la agregación de objetos y muebles que aguardan las personas que lo habitan. La instalación quiere preguntar si se puede entender un hogar sin casa.

Proxémica

En tercer lugar el arte y arquitectura transitorias pueden ser un test proxémico. Me explico: se conoce como proxémica la parte de la semiótica dedicada al estudio de la organización del espacio. Edward T. Hall, el antropólogo cultural norteamericano definió la proxémica cómo las observaciones y las teorías interrelacionadas del uso del espacio como elaboración especializada de la cultura. La facilidad de implementación tanto económica y de recursos como de tiempo nos permite experimentar diversas soluciones, incluso con una fórmula metodológica, como si de un laboratorio se tratara. Simplemente son un ensayo antropológico, un generador de preguntas en el espacio público.

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«RENDIJA PROXÉMICA», FIGUERAS, 2015, XEVI BAYONA. FOTO © XEVI BAYONA

En el centro de las Ramblas de Figueras, una gran grieta de más de 150 de largo y cuatro metros de altura constriñe el espacio. Solamente dos entradas permiten al espectador adentrarse por el angosto paso de menos de 80 centímetros y a su vez cruzarse con desconocidos, en otras condiciones espaciales de espacio público, en una grieta proxémica.

Paisaje

La cuarta es que pueden generar un paisaje. Si entendemos el paisaje como parte de un territorio admirable por su aspecto artístico, podríamos considerar que si un territorio no tuviera intrínseco un admirable aspecto artístico podría adquirirlo temporalmente. El arte y arquitectura transitorias pueden, por lo tanto, generar un nuevo paisaje.

Justo en el medio del cráter de un volcán, «Cráter» se instala para unas horas y genera una atmósfera de luz, sonido y humo que remite a la formación telúrica del mismo paisaje. Una instalación de gran escala que permite al espectador adentrarse a las profundidades del volcán.

Emoción

La quinta particularidad es que como arte, podemos trabajar con las emociones desde el subconsciente. El arte es la manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros. La gran aportación precisamente del arte es la capacidad que tiene de transmitir emoción, y por consiguiente abre este campo a la arquitectura y arte transitorios.

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«ELOGIO A LA FRAGILIDAD», MANRESA, 2020, XEVI BAYONA. FOTO © XEVI BAYONA

«Elogio a la fragilidad» es una instalación con más de 600 platos tambaleando sobre barras conectadas a la pasarela que cruza el espectador. Después de cruzarla con cautela y romper un plato sin querer nos conecta inevitablemente con la culpa, las emociones y con nuestro subconsciente.

El arte y arquitectura transitorias desempeñan un papel relevante en nuestra sociedad; dan respuestas imaginativas capaces de intervenir en nuestro patrimonio, reinterpretarlo y repensarlo. Nos pueden emocionar y pueden generar nuevos paisajes. Son un ejercicio de modestia existencial, donde se evidencia que nada dura para siempre pero es importante que todo tenga, en su debido instante, un hermoso significado en un mundo tan cambiante como el nuestro.

La arquitectura y arte transitorios nos pueden dejar oír las respuestas para estar en condiciones de hacernos las preguntas pertinentes.

IMAGEN PRINCIPAL: «Crater», Olot, 2015, Xevi Bayona. Foto © Pep Sau