Nadando en el aire

Las diferentes capas de la ciudad percibidas desde una pequeña obra

Espesor del terreno en la ciudad de São Paulo: 20 metros

El altiplano sobre el que se levanta la ciudad de São Paulo es una gran fuente de agua y gran parte de su superficie estaba cubierta de agua. Existen alrededor de 70 ríos y arroyos. Dos de ellos, el Anhangabaú y el Tamanduateí, son reconocidos como históricos y marcan el lugar de la fundación de la ciudad. Los dos más grandes, el Tietê y el Pinheiros, dan nombre a las dos cuencas principales, los dos ríos metropolitanos. Los valles que los ríos excavaron en la meseta dieron a la ciudad una característica geomorfológica singular. La diferencia de altura recurrente de 20 metros entre la zona más alta del altiplano, donde está situada la parte alta de la ciudad, y el nivel del agua en la parte profunda de los valles, coincide con el espesor del terreno: la parte baja de la ciudad. Con su inmensa piscina reflectante, el cielo solía inundar la tierra en São Paulo.

El área de sobrevuelo, a 800 metros de altura

En ese sitio, el precedente metropolitano estuvo representado por los aviones que la sobrevolaban a una altura de 800 metros en su aproximación al aeropuerto de Congonhas. Las pocas cuadras visibles desde el avión eran parte de una pequeña urbanización relativamente aislada.

Fue allí, en uno de los últimos solares en Rua Iracit, donde la pareja que vivía en un edificio de apartamentos y trabajaba en un edificio de oficinas, dos componentes del mar de rascacielos visibles desde allí, imaginó un jardín y una piscina como un atractivo complemento a la vida doméstica en São Paulo. Una alternativa a los viajes de fin de semana.

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CASA DE FIN DE SEMANA EN SÃO PAULO, ANGELO BUCCI/SPBR ARQUITETOS. FOTO © NELSON KON

La capa sumergida del río Pinheiros, a 2 metros de profundidad

El agua también está presente en el subsuelo. Estamos en la parte baja de la ciudad, en una de las muchas áreas desarrolladas sobre la llanura aluvial del río Pinheiros, donde la capa freática se encuentra a dos metros de profundidad.

La capa de tierra resistente, a 14 metros de profundidad

El fondo de la llanura aluvial ha acumulado materia orgánica. La tierra que se encuentra en la superficie no es muy resistente y se deforma fácilmente. Los cimientos tienen que traspasar la capa superficial para encontrar un apoyo fiable 14 metros más abajo.

En el plan imaginado por la pareja, la piscina y el jardín, que normalmente son una extensión de la casa, pasaron a ser protagonistas. Allí, la vida cotidiana sería considerada un complemento.

La capa superficial para la luz solar, a 6 metros de altura

Posteriormente, los rascacielos llegaron a ese pequeño vecindario creando una fachada continua que traza los límites del antiguo barrio, donde los edificios tienen una limitación de altura de 6 metros. Por lo tanto, el área superficial para la luz solar se definió por ley a esa misma altura. Los tejados de las casas constituyen el mejor solárium, la superficie a plena luz del sol.

El bosque en São Paulo

La ciudad se construyó reduciendo la superficie de agua, impermeabilizando el suelo y talando gran parte de la mata atlántica. A pesar de la inmensa escala de la ciudad con sus 20 millones de habitantes, hoy nos sigue sorprendiendo la cantidad de vegetación original que aún permanece en grandes zonas de bosque dentro del área urbana como el parque Cantareira al norte y las grandes reservas en Parelheiros y Marsilac al sur. Confiamos en que la nueva concienciación medioambiental logre que estas áreas se protejan y expandan cada vez más.

El plan de la pareja parecía ir contracorriente: construir lo mínimo y maximizar el área permeable y el jardín. Reducir los desplazamientos: en vez de añadir otro vehículo al tráfico que sale de la ciudad los fines de semana, quedarse allí. 

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La idea para la piscina y el jardín es un desafío al sentido común y obliga a la imaginación del arquitecto a ir un paso más allá. ¿Cómo podemos eliminar la casa, que es el centro de atención y contiene la función de habitar, de ese escenario sin dejar que lo que queda se desmorone por completo? ¿Cómo diseñarla sin sentirse perseguido por el espíritu de una casa inexistente?

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CASA DE FIN DE SEMANA EN SÃO PAULO, ANGELO BUCCI/SPBR ARQUITETOS. FOTO © NELSON KON

Si el proyecto se limita a fragmentos de una casa, aparece la idea de inconclusión. Después de todo, cada diseño está hecho de fragmentos de un todo que es la ciudad, pero la ciudad es siempre inconclusa, totalidades sucesivas en continua construcción. Esta es nuestra ineludible condición moderna.

Curiosamente, la clara noción de límite y fragmento no es restrictiva, más bien al contrario, nos impulsa a superarla. Implica una comprensión del significado más allá del objeto, en un plano que abarca la escala donde la obra arquitectónica empieza a hablarnos, donde los significados de las obras reverberan, atravesando el tiempo y el espacio.

Me gusta pensar en todo aquello que despierta la imaginación, en cómo a veces una simple palabra provoca una respuesta de diseño concreta. Por ejemplo, si alguien menciona la palabra «piscina», el otro dibuja automáticamente una excavación. Pero eso no encaja, así que debemos utilizar otras palabras y decir: «Vamos a nadar en el tanque de agua». Pero cuando te das cuenta que la superficie abierta a la luz del sol está a 6 metros de altura, entonces es como si ese terreno de 10 x 25 ya fuera una «excavación». Añadimos tres capas a ese vacío: el jardín al nivel del suelo, la zona habitacional en el nivel intermedio y la piscina y el solárium en el tejado.

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CASA DE FIN DE SEMANA EN SÃO PAULO, ANGELO BUCCI/SPBR ARQUITETOS. FOTO © NELSON KON

Podríamos considerar que la configuración revela lo que siempre se ha construido en esa zona sin ni siquiera verlo. Después de todo, en el pequeño barrio en el que se encuentra la obra y en los jardines, todas las piscinas están construidas al nivel del suelo. Las condiciones del terreno obligan a construirlas con cajones de hormigón reforzado y todas tienen cimientos profundos. Si pudiéramos excavar como arqueólogos debajo de esas piscinas, descubriríamos muchas como la construida en Rua Iracit, pero escondidas bajo el terreno que nunca llegamos a ver.

La piscina y el jardín son programas. Formas domesticadas construidas con elementos que han cubierto el terreno mucho antes de que existiera la ciudad: el agua y la vegetación. El vacío que la construcción de la ciudad dejó en el lugar es también un rasgo fundacional del paisaje paulista. El más famoso marcó el centro de los pueblos indígenas, que luego se convirtieron en el corazón de la metrópolis que aún lleva el mismo nombre: Anhangabaú. A partir de estos fragmentos de paisaje, allí la arquitectura, en la insignificancia de su escala, viste (ella, con ropa) para hablar (él, de filosofía) o viceversa.

IMAGEN PRINCIPAL: Vista aérea de São Paulo que muestra la ubicación de la casa de fin de semana en el paisaje urbano. Foto © SPBR Arquitetos