Refugios móviles para migraciones masivas

Cómo las estructuras portátiles pueden aportar protección a las comunidades desplazadas

En marzo de 2013, una multitud enfurecida formada por cientos de personas incendió una escuela islámica en Meiktila, una ciudad de la región de Mandalay, en el centro de Myanmar. Armados con machetes y tubos metálicos, mataron a 32 estudiantes y cuatro maestros, a unos golpeándolos hasta la muerte y a otros quemándolos vivos. Al mes siguiente, otra escuela en Tangyan, una pequeña población del estado de Shan al este del país, sufrió un bombardeo con granadas de mortero.

Durante años, los incendios provocados, los ataques aéreos y los bombardeos se convirtieron en habituales en los conflictos religiosos y étnicos por todo el país. En septiembre de 2017, una escuela de Mee Chaung, una aldea del estado de Rakhine, quedó totalmente destruida por una bomba.

Había comenzado la crisis rohingya. A partir de agosto de 2017, alrededor de 720.000 rohingyas, en su mayoría mujeres y niños, se vieron obligados a huir a Bangladesh tras el recrudecimiento de la represión contra esta minoría musulmana. Su difícil situación –una existencia precaria sin alojamiento fijo, atención médica ni educación– es algo que se repite por todo el mundo. Los sirios y los sudaneses habían huido de la guerra civil. Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, más de 68 millones de personas han sido desplazadas de sus hogares por la fuerza y se encuentran actualmente en una situación similar. Es un tema que los arquitectos y diseñadores se están planteando cada vez más.

Pequeñas soluciones para grandes problemas

Una de estas soluciones es el proyecto Moving Schools (escuelas móviles) del Building Trust International que proporciona un diseño de construcción modular ensamblable para comunidades de migrantes y refugiados que viven en Mae Sot, en la frontera entre Myanmar y Tailandia.

«Me atrajo la idea de que la arquitectura pudiera ser algo más que un servicio para personas adineradas y el sector público», cuenta David Cole, director de esta organización sin ánimo de lucro con sede en el Reino Unido. Con el lema de «resolver un mundo de problemas a través del diseño», Cole trataba de proporcionar estabilidad en una época de provisionalidad masiva, uno de cuyos efectos más notables es la interrupción de la educación de los niños.

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SALIDA AL RECREO DE LOS ESTUDIANTES DE UNA ESCUELA MÓVIL. FOTO CORTESÍA DE BUILDING TRUST INTERNATIONAL

Los arquitectos californianos Amadeo Bennetta y Dan LaRossa produjeron un diseño de escuela móvil y reubicable que se construye en tres meses. La idea es que estos edificios portátiles proporcionen seguridad a las personas desplazadas, a menudo sin la posibilidad legal de acceder a la propiedad de la tierra y por tanto imposibilitadas para invertir en sus propias infraestructuras.

Las edificaciones, con un esqueleto estructural de acero, responden a un sistema modular que permite adaptar su construcción a las condiciones del terreno, mientras que las paredes interiores se pueden ajustar según las necesidades. Al mismo tiempo, un tejido extensible, con filtro ultravioleta, reduce drásticamente el recalentamiento provocado por el sol (con temperaturas que superan los 40º C durante la estación seca) y el ruido de la lluvia (a tener en cuenta en la temporada de monzones). Otro aspecto a destacar es que los planos constructivos de la escuela son de código abierto, lo que permite a cualquiera descargarlos libremente y, potencialmente, crear su propia versión mejorada.

Hasta la fecha, la iniciativa ha beneficiado a más de 1.000 niños y niñas, y ha transformado escuelas extremadamente básicas, formadas por toldos de lona sobre un suelo de barro, en aulas limpias, bien ventiladas, a salvo de las inundaciones y que aprovechan la luz natural.

“No cabe duda de que las generaciones actuales son más móviles que las del pasado y que cuanto más flexibles sean nuestros edificios a la hora de responder a sus cambiantes necesidades, menos residuos produciremos”, añade Cole.

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ARTESANOS LOCALES HACIENDO PERSIANAS DE BAMBÚ PARA UNA ESCUELA MÓVIL. FOTO CORTESÍA DE BUILDING TRUST INTERNATIONAL

Moving Schools es uno entre diversos ejemplos de diseños innovadores en su planteamiento de las estructuras portátiles y la ayuda de emergencia. La sueca IKEA Foundation produjo una estructura en forma de cobertizo que se construye en apenas 4 horas. Las arquitectas jordanas Sarah Abdul Majid y Sandra Hiari crearon una serie de elementos de mobiliario urbano de fácil montaje, llamada Playscapes, para instalar en parques infantiles de ciudades y campos de refugiados. La arquitecta francesa Stephanie Chaltiel ha utilizado drones para recubrir un refugio con arcilla, un método de construcción rápida que podría utilizarse en zonas de desastre. Por su parte, la diseñadora estadounidense Anna Meddaugh diseñó un orinal que las mujeres de los campos de refugiados pueden usar en sus alojamientos durante la noche evitando así la amenaza de agresión sexual al salir al exterior.

Ambiciones por encima de la practicidad  

Sin embargo, debido al carácter de urgencia de ciertas situaciones, se pueden cometer errores en relación con el tiempo que debe durar un proyecto y el papel que debe desempeñar. «Es muy importante aclarar las diferencias entre construcciones modulares, temporales, móviles y portátiles, porque son conceptos distintos», afirma Verónica Sánchez Carrera, experta en campos de refugiados y asentamientos informales.

Asimismo, está la cuestión de por qué los arquitectos no son más proactivos a la hora de abordar los males de la sociedad, en lugar de limitarse a reaccionar ante los desastres. «Cuando hablamos de arquitectura, no debemos centrarnos solo en las soluciones de diseño, sino también en los problemas estructurales subyacentes», señala René Boer, crítico e investigador de arquitectura con sede en Ámsterdam.

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EL SISTEMA MODULAR DE MOVING SCHOOL ESTÁ COMPUESTO POR UN ESQUELETO ESTRUCTURAL DE ACERO Y PANELES DE PARED DE BAMBÚ. FOTO CORTESÍA DE BUILDING TRUST INTERNATIONAL

«Los centros de detención, los campos de refugiados y las propias fronteras son obra de arquitectos», dice Boer, «y la profesión debe reconocerlo, especialmente si se trata de arquitectos venidos de Europa para trabajar en países en desarrollo. La Escuela Flotante en Makoko, de Kunlé Adeyemi, que se derrumbó una semana después de ganar el León de Plata en la Bienal de Venecia de 2016, es un ejemplo de ‘ambición por encima de la practicidad'», añade.

No obstante, una vez que se tenga en cuenta la compleja relación de factores que intervienen en la ayuda en casos de desastre, la ayuda humanitaria, las crisis de refugiados y el sur global, los proyectos portátiles podrían desempeñar un papel transformador. Realizados de manera correcta, tienen el potencial de ayudar a las comunidades más amenazadas del mundo.

» El buen diseño no tiene sentido en el vacío», afirma Marie Aquilino, especialista en reconstrucción tras los desastres. «Los arquitectos deben aprovechar la experiencia y el conocimiento local para ayudar a las comunidades a comprometerse con lo que realmente les importa. Pero para quienes se enfrentan al tremendo estrés del desplazamiento y la incertidumbre constantes, el concepto de un edificio móvil solo representa ventajas».

IMAGEN PRINCIPAL: escuela móvil en Mae Sot, Tailandia. Foto cortesía de Building Trust International