Salir del aislamiento

¿En qué consiste el trabajo en la actualidad?

Estamos dejando atrás unos años extremadamente perturbadores y transformadores. A medida que la vida vuelve a la normalidad (relativamente hablando...) y salimos del ojo del huracán, nos vamos dando cuenta de los trastornos que ha provocado esta crisis mundial y de sus consecuencias a largo plazo para nuestra economía y nuestra forma de vida. El aislamiento forzoso impuesto por la pandemia ya no es necesario y aunque las reuniones por motivos sociales vuelven a ser habituales —los restaurantes están abarrotados, los hoteles y los aviones a rebosar, la gente baila, sale de fiesta y se reúne en espacios públicos—, volver al trabajo de forma presencial ha sido una ardua tarea.

Aunque esto podría considerarse fácilmente una transición temporal que acabe volviendo a la «normalidad» anterior a la pandemia, cada vez es más evidente que se ha producido una nueva transformación a largo plazo, determinada por un profundo cambio de valores y prioridades.

No todas las categorías de trabajadores pueden permitirse el lujo de negociar desde dónde realizar su trabajo. La vuelta a la oficina también es vista de forma diferente por las distintas generaciones. El panorama que se perfila es extremadamente fragmentado, tanto en lo que se refiere a las demandas como a las posibles soluciones.

Espacio de trabajo en San Francisco.

Adidas GOLD, Portland, OR, 2021, Studio O+A. Foto © Garrett Rowland

Diseño frente a política

¿Cuál es nuestra posición como diseñadores en este complejo panorama y cómo podemos contribuir a propiciar una evolución futura que ofrezca los mayores beneficios?

No cabe duda de que el diseño de los lugares de trabajo es un factor importante, pero ha logrado mantenerse al margen de este proceso evolutivo de la sociedad. El diseño de los espacios de trabajo ya había experimentado grandes cambios en los últimos 20 años: lugares de trabajo basados en la actividad, servicios añadidos como zonas comunes para actividades sociales, diseño biofílico, más atención a la luz natural y la ventilación, control acústico, acabados y mobiliario de alta calidad... por mencionar solo algunos. La idea de que los espacios acogedores, bien diseñados y bonitos atraen y retienen al talento no es nueva. Sin embargo, también es evidente que no basta para convencer a la población activa de que regrese a la oficina a tiempo completo. Asimismo, datos inmobiliarios recientes muestran que sólo los edificios de categoría A tienen posibilidades de acercarse a la plena ocupación.

Numerosos artículos y mesas redondas han girado en torno a esta cuestión en los dos últimos años. Verda Alexander, cofundadora y directora del estudio de diseño O+A de San Francisco, escribió recientemente un artículo muy ilustrativo para Metropolis: «¿Qué ocurre en el lugar de trabajo cuando los trabajadores se convierten en jefes?» Alexander opina que, en realidad, el debate sobre la Gran Dimisión y el abandono silencioso no está relacionado con el diseño de oficinas. En una reciente encuesta de LinkedIn, casi la mitad de los trabajadores estadounidenses afirmaron estar descontentos con su trabajo. El descontento general con el trabajo se debe sobre todo a la sensación de que existe demasiada desigualdad y poco sentido de agencia.

Espacios de trabajo que se adaptan a las nuevas necesidades.

Adidas GOLD, Portland, OR, 2021, Studio O+A. Foto © Garrett Rowland

El otro factor importante es el tiempo de desplazamiento. ¿Merece realmente la pena pasar una, dos o a veces casi tres horas al día en un transporte público abarrotado o sentado en el tráfico para realizar una labor que podría hacerse igual de bien en casa? Es evidente que la respuesta es no, y merece la pena analizar más a fondo la eficiencia y la necesidad de desplazar a la gente.

El profesor de economía de Stanford Nick Bloom sostiene que la batalla por la vuelta a la oficina ha terminado, y que el vencedor ha sido el trabajo híbrido. Según estadísticas recientes, el 25 % de los días laborables en EE.UU. se trabajan a distancia, la ocupación de oficinas en ciudades como Nueva York apenas alcanza el 50 %, y los datos de tránsito urbano muestran un descenso del 40 %, lo que equivale a dos días a la semana trabajando desde casa.

El trabajo híbrido conlleva sus propios retos, tanto culturales como operativos. ¿Cómo mantiene una empresa el sentido de pertenencia y comunidad, y cómo se aprovecha de forma más eficiente el tiempo que se invierte en la oficina? Adam Grant, profesor de Wharton, ha analizado en detalle los requisitos necesarios para que los métodos de trabajo híbrido tengan éxito (¡los horarios deben estar muy estructurados!) y establece una interesante analogía deportiva. El número de días que se debe acudir a la oficina depende de si se practica un «deporte individual» (como en contabilidad o atención al cliente), un «deporte de relevos» (como en las empresas de medios de comunicación, donde se comparten piezas de contenido) o un «deporte de equipo» (como el diseño de productos). Más colaboración/deporte de equipo exige más tiempo cara a cara.

Arquitectos y diseñadores crean nuevas propuestas para los espacios de trabajo.

ARTIS Ventures, San Francisco, CA, 2021, Studio O+A. Foto © Garrett Rowland

Las dificultades que afrontan los distritos financieros de las ciudades

Además de determinar cuánto tiempo se debe pasar en la oficina, la otra cuestión a analizar es cuánto espacio se necesitará, ya que la superficie total de los espacios de trabajo se irá reduciendo, sustituida en parte por áreas y servicios comunes. Esta tendencia ya venía perfilándose desde hace tiempo. La lenta desaparición del típico bloque de oficinas del centro de la ciudad tiene importantes consecuencias financieras para nuestras metrópolis. En Nueva York, los impuestos sobre bienes inmuebles comerciales representan alrededor del 20 % de los ingresos fiscales totales de la ciudad. Los edificios de oficinas vacíos no sólo suponen una disminución de los ingresos y los consiguientes recortes en otros servicios públicos, sino también un perjuicio para las pequeñas empresas que dependen de ellos.

Los arquitectos y diseñadores aspiran a dar nuevos usos a estos edificios obsoletos, convirtiéndolos, por ejemplo, en viviendas asequibles, pero la transformación no siempre es eficiente, ni siquiera factible. ¿Qué va a pasar con estos centros urbanos? Es en este campo donde necesitamos más ideas, más incluso que en el replanteamiento del lugar de trabajo, para el que ya se están testando algunas propuestas muy interesantes.

Algunos de los modelos más recientes de centros residenciales y de trabajo para trabajadores a distancia están en la Alemania rural. La empresa Neulandia pretende crear comunidades rurales, llamadas KoDörfer, para trabajadores digitales creativos. El primer KoDorf se está construyendo cerca de Berlín, y está previsto que los primeros inquilinos lleguen en 2025.

En definitiva, ¿qué es el trabajo?

Parece que, más que el propio lugar de trabajo, lo que tiene que cambiar es el trabajo en sí. Retomando las reflexiones de Verda Alexander, los planes de propiedad de acciones para empleados (ESOP, por sus siglas en inglés) son uno de los modelos de empresa que ha mostrado un crecimiento constante incluso durante las recesiones. Es un modelo que ha ido ganando adeptos, y los estudios han revelado que las empresas ESOP crecen alrededor de un 2,5 % más al año en ventas, empleo y productividad. Un ejemplo bien conocido de este modelo es Gensler, el estudio internacional de arquitectura.

En lugar de confiar únicamente en el diseño para animar a los trabajadores a volver a la oficina, lo que parece más adecuado es abordar el retorno a las oficinas con un pensamiento crítico: con el auge de la IA y la remodelación del trabajo en todas las industrias, ¿qué entendemos ya siquiera por «trabajo»?

Main Image: ARTIS Ventures, San Francisco, CA, 2021, Studio O+A. Foto © Garrett Rowland