Pensar en público

La planificación de un museo contemplativo

El potencial democrático del espacio público, aunque idealista en muchos casos, es difícil de alcanzar; sin embargo, el proceso de intentar alcanzar su potencial es quizás lo que lo hace real, menos idealizado e imaginario.

Jennifer Barnett, Los museos y la esfera pública (Wiley-Blackwell, 2011)

No sé qué preferir,

la belleza de las inflexiones
o el encanto de las insinuaciones,

el mirlo silbando

o justo el después.

Wallace Stevens, Trece maneras de mirar un mirlo

La planificación y el diseño de exposiciones museísticas revelan a menudo una marcada tensión institucional entre el aperturismo y el ejercicio de la autoridad. Los museos aspiran a atraer a públicos más diversos, organizando exposiciones que transmiten una autoridad que va más allá de los «expertos» académicos y ofreciendo experiencias que se apartan de las jerarquías sociales tradicionales. No obstante, los museos continúan siendo instituciones elitistas. Ocupan edificios imponentes, custodian colecciones de gran valor, cuentan con un personal académico muy preparado, están dirigidos por consejos de administración en los que abundan las personas adineradas y a ellos acude un público que casi siempre es de edad avanzada, principalmente de raza blanca y con mayor poder adquisitivo que la población local. 

Esta tensión no es ningún secreto. En la mayoría de los museos de Norteamérica y Europa, el perfil demográfico de los visitantes está permanentemente vinculado a patrones más amplios de desigualdad. En sus esfuerzos por diversificarse, los museos se alejan de las prácticas curatoriales académicas para atraer a un público más informal y social: turistas, escolares, parejas y familias de excursión en días lluviosos.  

: Obras en el Museo de Arte Bíblico en Nueva York.

Los entelados crean fondos etéreos para que las obras de arte puedan revelarse lentamente, "Sculpture in the Age of Donatello", Museum of Biblical Art, Nueva York, NY, 2015, Studio Joseph. Foto © Eduard Hueber

A pesar de estas contradicciones en el propósito y la experiencia, los museos siguen siendo relevantes como espacios de reunión comunitaria e interacción social, así como para la contemplación profunda y el discurso público. Esta singular dualidad de propósitos —el espacio mundano del entretenimiento y el espacio sagrado del pensamiento colectivo— se refleja en la experiencia física de visitar un museo.  

Como planificadores y diseñadores de exposiciones, nuestro principal objetivo es ofrecer experiencias transformadoras a los visitantes de los museos. ¿Cómo podemos cumplir nuestro cometido frente las exigencias contrapuestas del "entretenimiento educativo" populista y el elitismo con fines lucrativos? 

Transformación

En De los espacios otros, Foucault utiliza el término «heterotopía» para denominar aquellos espacios socioculturales que son mundos dentro de otros mundos, en los que una cierta ilusión consensuada se convierte en la realidad funcional. En otras palabras, espacios de transformación. 

Al visitar un museo, existe siempre la expectativa de experimentar una cierta dosis de magia y asombro. Siempre que el espacio satisfaga las necesidades de seguridad y comodidad de los visitantes de los museos, estos estarán dispuestos a dejarse emocionar: podrán adentrarse en una heterotopía. 

Vista de la sala de un museo en Londres.

Un templo subterráneo se reconstruye con luz, sumergiendo a los visitantes en un reino fuera de la estructura lineal del tiempo, "London Mithraeum: Bloomberg Space", Londres, 2017, Studio Joseph. Foto © James Newton

Por supuesto, el sentido de la norma de una persona puede ser la heterotopía de otra, y no existe una fórmula para describir los espacios museísticos que logran esta inefable cualidad de transformación. Pero el repertorio de espacios que sí lo consiguen comparte una serie de características comunes. En primer lugar, un sentido del lugar, una sensación de llegada y permanencia. En otras palabras, un lugar en el que se entra y se sale de forma tangible. En segundo lugar, vistas centradas y enmarcadas que retienen la mirada, a menudo con una fuerte simetría o proporción. Por último, una sensación de coherencia sensorial, en la que el sonido, la textura e incluso el olor conviven con lo visual. Podemos pensar que estos entornos están al servicio de objetos, obras de arte o ideas transformadoras. Las colecciones de los museos contienen las pruebas físicas de la cultura; las exposiciones transformadoras son los contenedores que sostienen el cuerpo y la atención del espectador de un modo que facilita una conexión profunda. 

Cadencia

Una exposición museística de éxito es un recorrido escenificado a través del espacio y la historia. Un aspecto significativo de los museos es que uno se desplaza por ellos en lugar de ocuparlos. Se viven como una secuencia de movimientos, líneas de visión y elementos narrativos. Al igual que una producción teatral, una exposición mueve al público a través de una serie de experiencias sensoriales, intelectuales y emocionales: un mismo tema con variantes. Y al igual que una trama dramática, una exposición debe crear un ritmo que tenga una lógica narrativa: momentos elevados, abiertos e inspiradores se intercalan con momentos de intensidad y audacia, momentos de descanso, momentos de humor y frivolidad, y encuentros que son cerebrales o intuitivos. 

Uno de los espacios del Museo de la Ciudad de Nueva York.

Un momento tranquilo de contemplación se combina con una experiencia mediática, "New York at its Core", Museum of the City of New York, NY, 2016, Studio Joseph. Foto © Thomas Loof

Dentro de este ritmo experiencial, ¿cómo transportamos a los visitantes a través de la experiencia de la observación? Aislar los objetos y las obras de arte en un lugar visible puede centrar la atención de forma poderosa, eliminando el ruido para permitir que el espectador dialogue directamente con las piezas. La idea de una interacción mínima e individual con los objetos puede contradecir a las instituciones que consideran la exhibición masiva de colecciones una técnica expositiva fundamental. Sin embargo, las experiencias más memorables son las de presenciar un solo objeto, observarlo de cerca y contemplar su significado.  

En un mundo cada vez más conectado a Internet, existen razones para defender el poder de observar y pensar en público, en presencia de otras personas. Un porcentaje cada vez mayor de nuestra vida social —incluida la vida intelectual, política y lúdica— se desarrolla en Internet, por lo que experimentar estas interacciones en el espacio físico tiene el potencial de aumentar la relevancia de los museos.

Como diseñadores, a menudo se nos pide que encarnemos un único discurso museístico, lo que da lugar a exposiciones que pueden ser imposiblemente especializadas y densas o simplistas. Nuestra estrategia consiste en volver a lo esencial, aprovechando la capacidad única de los objetos materiales —obras de arte y artefactos— para transportarnos y transformarnos. El carácter público de la experiencia, en la que compartimos nuestra mirada con seres queridos y desconocidos, abre la puerta a un diálogo colectivo. 

Imagen principal: El diálogo entre las obras de arte establece una interacción sin interpretación prescriptiva, ”New Glass Now", Corning Museum of Glass, Corning, NY, 2019, Studio Joseph. Foto © Alex Fradkin