¿Cuál era la pregunta?

Recorridos pasados y presentes de la IA

A lo largo de la historia, el futuro se ha mantenido esquivo, obligando a la humanidad a anticiparse continuamente y a trazar estrategias de cara al porvenir. En un intento de descifrar toda esta incertidumbre, el MIT Technology Review elabora cada año una lista de cuatro «premoniciones» que definirán los avances digitales del siguiente año, imaginando cómo afectarán a las industrias tecnológicas, al clima sociopolítico, a la información y, por supuesto, a la arquitectura. A finales de 2021, una de las tecnologías de vanguardia que figuraba en la lista era la aparición de imágenes generadas por la inteligencia artificial (IA) en el ámbito de la arquitectura. Y esta premonición acabaría resultando asombrosamente exacta.

La IA se popularizó y se dio a conocer entre los no profesionales durante el trienio 2020-2023, cuando la empresa estadounidense de inteligencia artificial y grupo de investigación OpenAI lanzó DALL-E y ChatGPT, dos productos que transformaron rápidamente la creación de imágenes y la redacción de textos. Ambos se han utilizado de forma masiva y no siempre correctamente en la arquitectura, que se ha convertido en uno de los ámbitos preferidos para poner a prueba los renders basados en la IA. Este experimento produjo algunos resultados interesantes, pero también despertó el interés por una aplicación más sustancial de la IA en el campo de la arquitectura. Surgieron muchas preguntas acerca de las ventajas e inconvenientes del uso de la IA en el proceso de diseño, que culminaron en la reciente encuesta del Royal Institute of British Architects (RIBA), en la que se examinan algunos aspectos clave de su uso práctico.

Replanteamiento de la fachada de Biosphere 2 en la serie ReSkin, que muestra la aplicación de inteligencia artificial en diseño arquitectónico.

ReSkin Series, replanteamiento de la fachada del Biosphere 2. Imagen © Michela Falcone

Sin embargo, como la historia tiende a repetirse, ¿podemos extraer ideas del pasado para comprender mejor lo que nos depara el futuro?

En los años sesenta, el arquitecto, docente, escritor influyente e inconformista británico Cedric Price propuso el concepto de Fun Palace (Palacio de la Diversión). Con gran ironía, solía provocar al público asistente a sus conferencias con la famosa cita «La tecnología es la respuesta, pero ¿cuál era la pregunta?».

Price imaginó el Fun Palace como un centro cultural flexible e interactivo que serviría de catalizador de la creatividad y la interacción social. Aunque el proyecto no llegó a construirse, sus principios han inspirado a generaciones de arquitectos y diseñadores, incluidos aquellos interesados en la integración de la IA en la arquitectura. En esencia, el Fun Palace suponía una ruptura radical con las nociones tradicionales de arquitectura e instituciones culturales. En lugar de diseñar un edificio fijo y estático, Price lo concibió como un «laboratorio de la diversión» que podía adaptarse y evolucionar para satisfacer las necesidades y deseos cambiantes de sus usuarios.

Diagrama del plan del Fun Palace de 1963 por Cedric Price, que inspiró la integración de inteligencia artificial en arquitectura.

Plan diagramático, Fun Palace, 1963, Cedric Price. Imagen cortesía del Canadian Centre for Architecture

El diseño se caracterizaba por su flexibilidad, con elementos móviles y transformables que podían reconfigurarse para dar cabida a una amplia gama de actividades y eventos. El concepto del Fun Palace resulta aún más intrigante en el contexto de la IA, pues esta tiene la capacidad de mejorar la adaptabilidad y la interactividad de los espacios arquitectónicos, permitiéndoles responder de forma inteligente a las necesidades y preferencias de sus usuarios. Imaginemos un Fun Palace equipado con sistemas de IA capaces de analizar el comportamiento de los usuarios, anticiparse a sus necesidades y ajustar dinámicamente el entorno para optimizar su experiencia. Este enfoque del diseño concuerda estrechamente con la visión que Price tenía de la arquitectura como un proceso y no como un producto, siempre en constante evolución, iteración tras iteración.

Aunque el Fun Palace de Cedric Price es un concepto visionario del pasado, sus principios siguen inspirando a arquitectos y diseñadores contemporáneos a la hora de explorar nuevas posibilidades en la confluencia de la arquitectura y la IA. La tecnología aún no existía, pero Cedric Price ya describió con precisión la forma en que este edificio calcularía cibernéticamente cómo adaptarse en función de las indicaciones de los usuarios.

Petting Zoo en Barbican Centre, Londres, 2014, por Minimaforms: una instalación interactiva que fusiona inteligencia artificial con diseño.

Petting Zoo, Barbican Centre, Londres, 2014, Minimaforms. Foto © Minimaforms

Más recientemente, existe otra obra que difumina los límites entre tecnología, arquitectura e interacción humana. Petting Zoo es una instalación interactiva diseñada por Minimaforms, el estudio londinense de Stephen y Theodore Spyropoulos. En esencia, Petting Zoo es un experimento para crear un entorno dinámico en el que los visitantes puedan interactuar con criaturas robóticas controladas por la IA en un ambiente lúdico e inmersivo. El núcleo de la experiencia son los robots, controlados por la IA y dotados de sensores que les permiten interactuar en tiempo real con los visitantes y entre sí a través del tacto, el sonido y el movimiento. La IA aporta a los robots un cierto nivel de autonomía que les permite reaccionar, adaptarse y comportarse en respuesta al entorno y a las personas que los rodean.

Este proyecto sirve de plataforma para explorar ideas relacionadas con la vida artificial, el comportamiento emergente y el potencial de la IA para transformar nuestro entorno construido. Al crear un espacio donde coexisten e interactúan humanos y robots, Minimaforms desafía las nociones tradicionales de arquitectura y amplía los límites de lo posible en el ámbito del diseño y la tecnología.

Interacción de inteligencia artificial con visitantes en Petting Zoo, Barbican Centre, 2014, obra de Minimaforms.

Petting Zoo, Barbican Centre, Londres, 2014, Minimaforms. Foto © Minimaforms

Cedric Price y Minimaforms, cada uno a su manera, presentan enfoques pioneros para incorporar la IA a la arquitectura. Aunque Price se centra en la predicción y Minimaforms en la experimentación, ambos ofrecen un marco para utilizar la IA como herramienta facilitadora, permitiendo la creación de respuestas dinámicas que se adaptan en función de la retroalimentación externa.

Es innegable que la IA ofrece un inmenso potencial innovador, pero en la sobreabundancia de opciones e información que nos inunda existe el riesgo de perder de vista el propósito original. Al no tener capacidad real para modificar o filtrar estas opciones, corremos constantemente el riesgo de olvidar cuál era la pregunta. 

Imagen principal: Perspectiva del interior, Fun Palace, 1964, Cedric Price. Imagen cortesía del Canadian Centre for Architecture